Confinacuento: Carola mascarilla
Llega
el calor, pero este año no vamos a asistir a ninguna fiesta de fin de curso. No
habrá que preparar trajes, ni llegar pronto a reservar asiento para los
abuelos. Tampoco la profesora nos entregará las notas y nos despedirá en la
puerta hasta septiembre. Hace más de dos meses que no pisamos las aulas. ¿Cómo
estarán nuestros pupitres? ¿Y el patio? ¿Nos echará de menos? ¿Y aquel dibujo
que se quedó sin terminar en la cajonera? ¿Nos lo guardará alguien?
El
fin del curso se aproxima y el único cambio respecto a las semanas anteriores
es que ahora para salir tendremos que llevar mascarillas tanto niños como
mayores. ¿Cómo explicamos esto a los pequeños? La mascarilla no es un disfraz,
aunque pueda parecerlo. Los disfraces se quitan y se ponen, se tocan y se
guardan en el cajón de los juguetes.
La
mascarilla no es un juguete. Es delicado manejarla. Ni siquiera contiene la
compensación de una diversión inminente como un bañador o unos manguitos. La
mascarilla da calor y a veces pica. Carola Mascarilla está tan perpleja como
nuestros niños y niñas.
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